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Carretera

Carretera

Manejaba a una velocidad estable, sin mirar realmente la carretera. Escuchaba su canción favorita, mientras el auto se deslizaba suavemente por el asfalto.

No había nadie más a la vista.

Aumento ligeramente la velocidad, solo un poco, lo suficiente para que la alarma del vehículo le avisara que estaba próximo a superar la velocidad permitida.

No le importó. Ya no.

Cerró momentáneamente los ojos, sólo lo justo para traer de vuelta su perfume, el suave y dulzón aroma a flores que tanto le gusta llevar. Y su risa.

Tenía una risa ligera, contagiosa y un poco ahogada, que afloraba con mucha frecuencia. 

Ese día se reía mucho, muchísimo.

El último día.

Aunque durante el año no solía permitirse muchos momentos de autocompasión, ese día en concreto daba rienda suelta al los más profundos dolores de su corazón, y dejaba que la más absoluta desesperación lo invadieran. Un solo día al año se permitía extrañarla. Y cómo dolía extrañarla. 

Dolía incluso respirar, el corazón se le atenazaba y el estómago se le cerraba, como si su cuerpo se negara a aceptar que la había perdido.

Porque la había perdido.

Y con ella, su vida entera.

Se había soltado el cinturón de seguridad. Sólo cinco minutos, le había asegurado, es que quería aprovechar de pintarse las uñas de los pies. Así que con todo el desparpajo que la caracterizaba, se había quitado las sandalias y había apoyado sus pequeños pies en el tablero del auto. 

“Sólo cinco minutos” que habían durado más, toda una eternidad.

No había visto el auto.

No había alcanzado a frenar.

Ni siquiera iba a tanta velocidad.

Pero una maniobra de adelantamiento mal hecha había sido suficiente.

No estaba seguro de si había gritado. Ella sí lo había hecho, y su agudo miedo se le había clavado profundamente en el alma. Habitaba ahí junto a sus más oscuros demonios, dispuesto a salir a la luz cada vez que dormía.

Lo que había pasado después estaba muy difuso. El ruido de la lata, y los huesos, al aplastarse, los golpes, las sirenas, los gritos. Todo era una nebulosa. 

La única certeza que tenía era que su mano había soltado la de ella para siempre, y ya nunca más iba a sentir su tibia piel bajo los dedos.

Aceleró. 

Despertar en el hospital conectado a un montó de cables, líneas y un tubo metido por la boca no había sido lo más doloroso.

Lo más doloroso había sido la confirmación de la noticia que, muy en el fondo de su corazón, ya conocía. Ella se había ido.

La verdad es que ni siquiera había alcanzado a llegar.

Su cuerpo, suelto de toda seguridad, había salido expulsado de su lado con una facilidad vertiginosa y su fragilidad había flotado desdeñosa sobre el ardiente desierto.

Se había ido.

Ni los meses de rehabilitación, ni la casa vacía, ni las noches de insomnio, habían podido borrar los recuerdos de una vida a su lado. Pero los recuerdos dolían, así que se había obligado a encerrarlos bajo llave, igual que todas las cosas de la casa que habían compartido. Hasta de ciudad se había cambiado. 

Pero siempre volvía a ella, a su risa, y al desierto que terminó por albergar su etérea alma.

Ocho años.

Recorría esa carretera todos los años, siempre en la misma fecha y a la misma hora, siempre con la misma música.

Siempre con la secreta esperanza de que esa vez, fuera la última vez.

 

Una pequeña pincelada de una historia que se me ocurrió mientras viajaba a Antofagasta con mi pololo!
No creo que de para una historia más larga, pero quien sabe…queda guardada en el board de proyectos!

 

10 comentarios en “Carretera

  1. Natty dice:

    Ojalá algún día pueda leerte sin llorar. Eres seca!!!

    1. Flavia Reveco dice:

      Siempre tu apoyo ha sido fundamental para mí querida hermana! Muchas gracias!

  2. HWCTOR HERNAN PEÑA CAMPOS dice:

    Excelente relato

    En pocas palabras vemos reflejado aquellos momentos que vivimos en las carreteras.

    1. Flavia Reveco dice:

      Muchas gracias por el apoyo!

  3. Olivia Olcay dice:

    Hermoso, triste y nostálgico a la vez.
    Me gustó.

    1. Flavia Reveco dice:

      Muchísimas gracias!

  4. Francisco Rojo dice:

    Carretera. Hola Flavia. Sigue escribiendo. Llegas directo al corazón con esa pequeña historia. Eso es arte. Saludos!

    1. Flavia Reveco dice:

      Muchas gracias! Sus comentarios y apoyo me ayudan a seguir publicando y me indican que voy por el bueno camino

  5. Ivonne moyna dice:

    Hermoso me encanto,tan solo me trajo a mi mente un poco de tristeza al recordar un lamentable pero significativo encuentro con el mas alla en mi vida. Te felicito

    1. Flavia Reveco dice:

      Muchísimas gracias!
      Que la gente me lea y pueda sentir algo con mi escritura es lo que me motiva a seguir escribiendo!

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